Los «problemas» de Telefónica

De un tiempo a esta parte, cuesta lo suyo encontrar a algún cliente de Jazztel, Wanadoo, Ono que no eche pestes de estas operadoras ante los elevados precios que pagan por el ADSL, las frecuentes caídas de conexión y el lamentable servicio de atención al cliente que reciben cuando tienen un problema.

Curiosamente, la compañía con un mejor cartel es Telefónica, que a pesar de ofrecer el acceso más caro con diferencia, es la que proporciona un mejor servicio y soluciona con mayor celeridad los inconvenientes que puedan sufrir sus abonados. Ya casi nadie habla de esta operadora, y me da la impresión que en determinados círculos de la multinacional española eso no ha gustado un pelo, acostumbrados como estaban a recibir palos por doquier. Es posible incluso que se hayan llegado a sentir abandonados por la opinión pública, y eso no podían consentirlo.

Así que para terminar con la situación de olvido actual y que la gente vuelva a jurar en arameo cada vez que oiga hablar de Telefónica, Julio Linares, director general de Coordinación, Desarrollo de Negocio y Sinergias de la compañía, aprovechó ayer una conferencia que se celebró en Santander para meterse en un berenjenal como Dios manda. ¡Claro que sí!

Ni corto ni perezoso, el ínclito Linares se despachó a gusto y explicó que el sector de las telecomunicaciones se enfrenta a a graves problemas que pueden poner en peligro su continuidad. A saber:

  • La presión que se está efectuando desde diversos sectores para que bajen sus precios
  • El hecho de que no puedan subirle el precio a los internautas que utilizan las redes P2P a diestro y siniestro
  • Que el Gobierno les esté exigiendo que mejoren la calidad del servicio que prestan, con los gastos que eso supone

O sea, que desde su particularísimo punto de vista, lo lógico sería que subieran los precios del ADSL, más aún a los que se pasan el día con el eMule y el BitTorrent encendido, y que nadie les obligara a mejorar la calidad del servicio que ofrecen. Al fin y al cabo, los clientes nos quejamos mucho pero rara vez hacemos algo.

¡Toma ya! Y se ha quedado tan agustito. ¡Ay Julito, Julito, Julito! Con lo guapo que estabas calladito.

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