El presidente de Nintendo se rebaja su propio sueldo a la mitad

En un ejercicio de responsabilidad poco frecuente y del que más de un empresario patrio podría tomar nota, el presidente de Nintendo Satoru Iwata ha anunciado que se va a rebajar el sueldo a la mitad debido a la difícil situación por la que atraviesa su empresa, lastrada por las decepcionantes ventas que está registrando la consola Wii U.

La medida implica que durante un periodo no inferior a los próximos 5 meses, Iwata va a ver reducida su remuneración económica en un 50%. Una rebaja salarial que también va a tocar de lleno al resto de miembros del consejo de administración de Nintendo, que van a percibir unos emolumentos entre un 20 y un 30% más bajos respecto a los que tenían hasta ahora.

Esta decisión se ha producido después de que se hayan hecho públicos los resultados financieros de Nintendo del último y crucial trimestre del año, en el que ha obtenido unos beneficios netos de sólo 93 millones de dólares. Unos números ostensiblemente inferiores a los que consiguió en el mismo periodo del 2012 que no han sido suficientes para evitar que, por tercer ejercicio consecutivo, la compañía japonesa haya terminado el año en números rojos. Algo que no había pasado jamás en su centenaria historia.

El 2014 que acaba de iniciarse no ofrece además unas perspectivas nada halagüeñas, puesto que Nintendo ha anunciado un drástico recorte en las previsiones de ventas de la Wii U para los meses que están por venir. Esta delicada situación ha sido precisamente la que ha propiciado que esta semana se hayan publicado una serie de informaciones señalando que la gran N se podría estar planteando lanzar versiones de sus videojuegos para smartphones y tablets, un extremo éste que Iwata negó categóricamente antes de ayer.

El recorte de sueldo de Iwata se enmarca en un modelo de gestión empresarial que difiere en extremo del que se acostumbra a ver por estos lares. Prueba de ello es que, en una reunión mantenida con los máximos accionistas de Nintendo en julio pasado, defendió que, a pesar de los malos resultados económicos que ya por entonces afectaban a la compañía, no iba a despedir a ningún empleado.

Era consciente de que haciéndolo reduciría la partida de gastos a corto plazo. Sin embargo, defendió que no era una opción válida puesto que reduciría la moral de sus trabajadores, que ante el temor de poder ser despedidos en cualquier momento, no podrían desarrollar videojuegos con la libertad que lo habían venido haciendo hasta entonces y se acabaría resintiendo la calidad final de los mismos.

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