Cuando el enemigo es Internet

Imaginad por un momento que en España existiera una empresa que fuera la propietaria de una gran radiofórmula y que viera cómo las discográficas cada vez le pagan menos por aparecer en los primeros puestos de su particular lista de éxitos debido a los pocos discos que se venden; suponed ahora que esa misma compañía tuviera una plataforma de televisión por satélite de pago que estuviera siendo un fracaso económico mayúsculo, en la que no se vendieran las películas de estreno en formato pay per view que sus directivos esperaban y en la que incluso disminuyeran considerablemente las compras de partidos de fútbol en modalidad de pago.

Bien, ahora pongamos que bajo ese conglomerado empresarial también se asentara el diario de mayor tirada a nivel nacional. Un periódico que, vaya por dios, vendiera menos ejemplares que unos años atrás y cuya facturación hubiera caído a números preocupantes. Hagamos un último esfuerzo de ensoñación e imaginemos que los directivos de este gigante de la comunicación creyeran firmemente que el culpable de gran parte de sus males fuera ese monstruo llamado Internet y, más concretamente, las redes de pares.

De ser así, ¿no creéis que harían todo lo posible por presionar al gobierno para que prohibiera este tipo de programas? Es más, en una coyuntura de este tipo, ¿no tenéis la impresión de que incluso se asegurarían de que en sus televisiones, diarios y radios aparecieran con cierta regularidad informaciones en las que se diera una visión equivocada de las descargas, no se mencionara que en Expaña existe el derecho de copia privada, se hiciera creer a la ciudadanía de que hay que acabar como sea con el eMule y el BitTorrent, se tratara a los editores de páginas con enlaces como criminales y se omitiera que los jueces siempre los han exculpado en los juicios que se han llevado a cabo?

Por cierto, ya sé que no tiene absolutamente nada que ver, pero el diario El País ha publicado hoy un nuevo artículo en el que afirman que las descargas «ilegales» están causando «destrozos a la industria cultural» (¿ilegales? ¿destrozos?, ¿¿¿cultural???), sostienen que la bajada en las ventas de CDs se debe a Internet, utilizan incorrectamente el término «piratería» en numerosas ocasiones y, cómo no, recuerdan que a principios de mes el webmaster de una página con enlaces fue condenado a seis meses de cárcel. Se han olvidado, eso sí, de explicar qué es lo que sucedió realmente. No sé porqué, pero no me extraña.

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