La Wii está siendo un éxito absoluto de ventas, está barriendo a la competencia y está llenando de dólares las ya de por sí repletas arcas de Nintendo. No hay día que no lea o escuche a algún analista alabando la valentía de la compañía japonesa tras poner en el mercado una consola revolucionaria, apostar por ofrecer un control innovador y proporcionar un soplo de aire fresco a una industria que se caracteriza por su cerrazón a todo lo que no sea mejores gráficos.
Nadie parece recordar que hace apenas un año, cuando Wii aún no estaba en el mercado, esos mismos analistas arrojaban día tras día sus dudas sobre el nuevo invento de Nintendo argumentando que su escasa potencia gráfica, su concepto de juego diferenciado y la llegada de la PlayStation 3 difícilmente le iban a permitir conseguir una cuota de mercado significativa.
Los mismos que ahora lanzan flores y más flores son los que no hace tanto, cual adivinos de tres al cuarto, profetizaban la pronta caída en desgracia de la consola debido a sus limitaciones técnicas. El tiempo, como siempre, ha puesto a cada cual en su lugar.
Pero no sólo los analistas se han lucido; la mayoría de productoras de videojuegos cometieron un error garrafal al creerse a pies juntillas estas torpes predicciones y no volcarse desde un principio con la consola de Nintendo. Fruto de esta errónea estrategia, todos, excepto la propia Nintendo, han salido perdiendo: quienes han comprado una Wii porque el catálogo de juegos disponibles es escaso y, en general, de una calidad más que discutible, y las productoras porque han dejado de vender millones de títulos marginando a esta consola.
Las cosas, eso sí, están cambiando rápidamente. El olor del dinero está atrayendo a las grandes compañías del sector, que de ignorar o, en el mejor de los casos, hacer cutreports de PlayStation 2 para la Wii han pasado a destinar personal y recursos tras comprobar que esta consola es la preferida por los consumidores y que el coste de desarrollo de un videojuego es mucho más ajustado que el que se necesita para crear un título para Xbox 360 o PlayStation 3.
Este último punto es fundamental: desarrollar un juego para Xbox 360 o PS3 puede costar entre 15 y 20 millones de dólares, mientras que para Wii «sólo» se deben destinar una media de 5 millones de dólares. La inversión, como podéis ver, es muy inferior y los riesgos también, ya que rentabilizar un título de esta consola es posible vendiendo 300.000 copias, una cifra nada descabellada teniendo en cuenta el parqué de Wii’s que se han distribuido hasta la fecha. En el caso de la competencia se necesitan vender el doble de videojuegos para no caer en números rojos.
Con todos estos condicionantes encima de la mesa, en los próximos meses van a comenzar a llegar un aluvión de lanzamientos para Wii, que potenciarán el todavía exiguo catálogo disponible en estos momentos.