Un tiburón blanco se cuela en una jaula de observación… con los submarinistas dentro

A estas alturas supongo que todos habremos visto mil y un documentales en los que científicos o simples turistas con ganas de experimentar un subidón de adrenalina se suben a una embarcación en Sudáfrica y, una vez en mar abierto, se ponen sus trajes de neopreno y se meten en una jaula de observación de tiburones blancos mientras en la superficie la tripulación va lanzando carnaza al agua para atraerlos.

Por norma general, al cabo de un rato aparecen los grandes escualos, los intrépidos submarinistas les hacen unas fotitos, quizá incluso alguno se atreve a sacar la mano de la fortaleza con barras en la que se refugia para tocarlo y poco después todos vuelven tan contentos a sus respectivos hoteles, orgullosos de la proeza realizada. Hasta aquí lo habitual.

Claro que… ¿os imagináis qué sucedería si la jaula de protección, ya sea por un defecto de fabricación o porque no ha sido diseñada para aguantar los embites de un animal de tales dimensiones, cediera ante el empuje de un gran blanco de 4,5 metros y permitiera que éste se colara en su interior junto a los submarinistas? Dadle al play

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