La Palabra y el Verbo ejercen un atractivo tan poderoso que cada día son más frecuentes los intentos de secuestro con bajos fines mercantilistas, por otra parte muy respetables, desde una óptica comercial.
A nadie se le ocurría llamarse “carpintero” sin ser capaz de construir una mesa con sus manos. Pero cualquiera se arroga el derecho a hablar de “lectura”, “libros”, “literatura”, etc., poniendo en circulación nuevos gérmenes de confusión creciente.
Más en Una Temporada en el Infierno, un excelente blog en el que cada día plasma sus pensamientos Juan Pedro Quiñonero.