En el último quinquenio, la venta de móviles ha experimentado un crecimiento exponencial que ha convertido a este dispositivo en un accesorio sin el que mucha gente no sabría vivir. Tal ha sido el volumen de ventas, que los fabricantes se enfrentan ahora a un mercado en el que la mayor parte de sus potenciales compradores ya disponen de uno o más terminales.
Y eso es un grave problema para Nokia, Motorola, Sony Ericsson o Samsung, que cada vez lo van a tener más difícil para convencer a sus clientes de que jubilen sus móviles por otros de nueva generación con más funcionalidades. El camino a seguir pasa por potenciar aún más los departamentos de I+D y comercializar móviles con un mejor diseño, más ligeros, con mejor interconexión a la Red, más memoria, mejores ópticas, mayores capacidades multimedia y, en definitiva, que ofrezcan nuevas posibilidades a sus propietarios.
Pero puede que con eso no baste, puesto que ya hay estudios que advierten que a pesar de que el año que viene se venderán más de 1000 millones de móviles, esta cifra podría suponer un punto de inflexión y marcar el inicio de una cuesta abajo que de confirmarse sumiría al sector en una crisis profunda.
La esperanza de los fabricantes reside en las emergentes economías asiáticas -y en menor medida de América Latina-, donde todavía existe un porcentaje muy elevado de la población que no dispone de móviles. Son cientos de millones de futuribles compradores que, por contra, disponen de un poder adquisitivo bajo, lo que obligará a los operadores a vender los terminales a unos precios muy ajustados que a buen seguro limitarán sus márgenes de beneficios.