Con la llegada de la crisis financiera mundial, hubo quien pensó que Silicon Valley, la cuna internacional de las empresas ligadas a las nuevas tecnologías, se mantendría al margen de la tormenta que se avecinaba. Craso error.
En los últimos meses, las acciones de la otrora invulnerable Apple se han hundido un 16,3%, Yahoo y eBay cotizan en mínimos históricos y Steve Ballmer, mandamás de Microsoft, no ha dudado en señalar que los problemas económicos de los ciudadanos de a pie van a afectar, y mucho, a sus ventas.
Las entidades financieras no están para alegrías y ahora se lo piensan, y mucho, antes de conceder un crédito. Eso, qué duda cabe, es algo que no afecta únicamente a quienes van a pedir una hipoteca sino también a todo tipo de empresas, sean grandes, medianas o pequeñas.
Un claro ejemplo está siendo AMD, que se las está viendo y deseando para conseguir la financiación necesaria como para acometer el desarrollo de una nueva generación de microprocesadores. No es la única que está en una situación parecida. Algunos inversores ya advierten que muchas start-ups deberán acometer de inmediato una reducción de costes si desean sobrevivir a la crisis. O sea, que habrá despidos.
Hasta hace nada, los analistas seguían manteniendo que las empresas ligadas a Internet se mantendrían a salvo de la crisis ya que el número de internautas no para de aumentar año tras año. Ahora han cambiado de parecer. En tiempos en los que el consumo se está ralentizando a pasos agigantados, los anunciantes cada vez se lo piensan más antes de invertir en publicidad ante el temor fundamentado de que puede que no recuperen el dinero.
Sin ir más lejos, el gigante de la automoción General Motors anunció el mes pasado que iba a reducir su gasto en anuncios online. Una postura radicalmente contraria a la que había atestiguado a principios de año, cuando aseguraron que iban a destinar la mitad de su presupuesto en publicidad a Internet.