Intel minusvaloró el potencial comercial de los ultraportátiles. Así lo ha confesado Stu Pan, vicepresidente de ventas y márketing de la firma estadounidense en el transcurso de una ronda de conferencias a las que ha asistido y donde ha explicado que un año atrás pensaron que sería una moda pasajera que se circunscribiría a los mercados emergentes en los que la mayor parte de los consumidores tienen un bajo poder adquisitivo.
El curso de los acontecimientos no ha sido el que esperaban y la realidad actual de las cosas es que donde más se venden los netbooks es en Europa Occidental y Norteamérica, unas regiones en las que fabricantes como Asus, Acer o MSI han conseguido captar la atención de personas que quieren dispositivos más pequeños, menos pesados, más fáciles de transportar y, claro está, más baratos.
El repentino interés de los usuarios de las nuevas tecnologías por este tipo de equipos ha pillado con el pie cambiado a Intel, que ha necesitado varios meses para readaptar la producción de sus chips Atom hasta satisfacer la demanda actual del mercado.
Aún reconociendo la falta de previsión que han mostrado, Pann sigue manteniendo que los ultraportátiles son ordenadores para un uso esporádico, ya que sus pequeños pantallas y limitadas prestaciones no permiten ir más allá y utilizarlos en el día a día en sustitución de un portátil tradicional de mayor tamaño.
Confieso que yo pensaba lo mismo hace unos meses, pero los números parecen contradecir esa teoría. Asus ya ha vendido más de 5 millones de unidades de su gama Eee y con el tirón de la campaña navideña preveen que llegarán a los 6 millones. Las cifras que manejan Acer con el Aspire One y MSI también son de locura.
Así pues, se me antoja demasiado simplista seguir sosteniendo que tantísima gente se ha gastado su dinero en unos equipos que no utilizarán más que en momentos puntuales. Quizá en Intel deberían hacer la misma reflexión.