El sistema de patentes actual supone un freno a la innovación

El sistema de patentes norteamericano es un auténtico asco. Creado para proteger y fomentar la innovación, para favorecer en definitiva el desarrollo de nuevas ideas y productos, se ha acabado convirtiendo en no pocos casos exactamente en lo contrario de para lo que fue pensado.

Dado que en Estados Unidos se puede patentar prácticamente cualquier proceso, por genérico que éste sea, aportando poco más que un dibujo a mano alzada y una somera explicación acerca su funcionamiento, con el paso de los años han ido naciendo empresas y pseudo-empresas, ladrones todas ellas de guante blanco, que se dedican a registrar patentes que no tienen intención de desarrollar ni utilizar con el único objetivo en mente de, pasado un tiempo, demandar a alguna multinacional que desarrolle un producto que haga uso, aunque sólo sea parcialmente, de la idea que ellos registraron con anterioridad.

Este tipo de prácticas se han generalizado rápidamente conforme prestigiosos y no tan prestigiosos bufetes de abogados han comprobado que se podía ganar muchísimo dinero llevando ante los tribunales a grandes conglomerados industriales por infringir patentes de todo tipo y pelaje que llevaban años criando polvo en cajones olvidados. Patentes, todo sea dicho, que están siendo rescatadas rápidamente de viejos baúles ante la constatación de que pueden convertirse en auténticas máquinas de generar dólares si caen en las manos adecuadas.

Si tenemos en cuenta que en Estados Unidos se presentan cada año 350.000 patentes ante la Oficina de Patentes y Marcas (USPTO) y que el 95% acaban recibiendo el visto bueno de esta entidad, nos haremos una idea del nulo control que ejercen las autoridades competentes en este campo y de la cantidad de obstáculos que deben salvar quienes apuestan por la innovación para no verse envueltos en costosísimas batallas legales que pueden acabar con sus ilusiones y sus proyectos.

Me atrevería a decir que todas o casi todas las compañías ligadas a las nuevas tecnologías han sufrido en sus carnes este tipo de situaciones: desde Sony hasta Cisco, pasando por Google, Microsoft, RIM, eBay o Sun. El último caso en salir a la luz ha sido el de Apple, que ha sido demandada por una empresa desconocida llamada SP Technologies LLC que argumenta que en el 2004 patentó la idea del teclado táctil que incorpora el iPhone.

En SP Technologies pueden ser novatos, pero desde luego no son tontos, y han presentado la demanda ante un tribunal de Texas que en casos similares ha fallado siempre a favor del propietario de la patente, por lo que si no se produce una sorpresa de última hora, mucho me temo que Apple deberá soltar pasta a mansalva si quiere seguir comercializando su teléfono móvil. Cosas del sistema de patentes norteamericano.

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