Científicos envían por primera vez un mensaje con un haz de neutrinos

Científicos de la Universidad de Rochester y de la Universidad Estatal de Carolina del Norte han conseguido enviar por primera vez un mensaje utilizando un haz de neutrinos, unas partículas subatómicas sin carga, con una masa extremadamente pequeña, equivalente a una milmillonésima parte de la de un átomo de hidrógeno, y que se desplazan a una velocidad cercana a la de la luz.

La prueba se ha realizado en las instalaciones que el Laboratorio Nacional Fermi tiene a las afueras de la localidad de Batavia, cerca de Chicago. El mensaje, que se ha enviado en código binario utilizando 1s y 0s, ha atravesado 240 metros de piedra y tras llegar a su destino ha sido traducido por un ordenador que ha constatado que la palabra que se quería transmitir, neutrino, se ha recibido correctamente.

En el Fermilab los científicos han tenido acceso al acelerador de partículas Tevatrón, el segundo mayor del mundo tras el Gran Colisionador de Hadrones, y han podido crear un haz de neutrinos de alta intensidad acelerando protones alrededor de su anillo de 6,3 kilómetros de circunferencia para hacerlos chocar finalmente contra una lámina de carbono.

Dan Stancil, profesor de ingeniería informática en la Universidad de Carolina del Norte y uno de los autores del estudio, ha explicado que con los neutrinos sería posible comunicar dos puntos cualesquiera de la Tierra sin tener que recurrir a satélites, puesto que estas partículas, a diferencia de las ondas electromagnéticas, pueden atravesar la materia sin interactuar apenas con ella.

De hecho, se calcula que se necesitaría un bloque de plomo de una longitud de 9,46 billones de kilómetros para detener la mitad de los neutrinos que lo atravesaran. Tan es así que, teóricamente, una vez esta tecnología alcance un mayor grado de madurez podremos comunicarnos con alguien situado en la cara oculta de la Luna o de otro planeta, puesto que los mensajes que enviaremos podrán llegar directamente a su destinatario sin impedimento alguno.

Las posibilidades son inmensas, pero conviene remarcar que aún serán necesarios muchos años de intenso trabajo antes de conseguir integrar estos avances en dispositivos que puedan ser utilizados más allá de instalaciones con un coste multimillonario como el Fermilab.

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