805 millones de personas sufren de desnutrición en el mundo

El Programa Mundial de Alimentos, una agencia dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que cada año reparte comida entre 90 millones de personas sin recursos, 58 millones de las cuales son niños, ha dado a conocer un hecho alarmante que debería llevarnos a una profunda reflexión como sociedad global: en pleno siglo XXI todavía hay 805 millones de personas que sufren de desnutrición en el mundo.

Dicho de otra manera: uno de cada nueve seres humanos no tienen nada o casi nada que llevarse a la boca muchos días. La magnitud de las cifras convierten al hambre y la desnutrición en el mayor riesgo para la salud a nivel mundial, por encima del SIDA, la malaria y la tuberculosis juntas.

La mayor parte de las personas que pasan hambre se encuentran en los países en vías de desarrollo, donde se estima que el 13,5% de sus habitantes presenta cuadros médicos asociados a la desnutrición.

El África subsahariana es, con diferencia, la región en la que tienen una mayor prevalencia los problemas asociados a una alimentación deficiente: los datos actuales establecen que aproximadamente el 25% de su población está desnutrida.

Los más pequeños sufren especialmente las consecuencias de la falta de alimentos. Cada año mueren 3,1 millones de niños menores de cinco años por esta causa. Los que sobreviven presentan en muchos casos problemas de desarrollo, un deterioro en la capacidad de aprendizaje, tienen mayor riesgo de contraer enfermedades y son menos activos.

El Programa Mundial de Alimentos indica que uno de cada seis niños en los países de desarrollo tienen un peso inferior al normal y uno de cada tres padecen un retraso en el crecimiento.

Tanto es así, que aproximadamente 66 millones de niños asisten a clase con hambre. Una circunstancia ésta última que antes se circunscribía de manera casi exclusiva a las regiones más pobres pero que, ante la crudeza de la crisis económica que afecta a casi todo el planeta, se ha extendido a países que hasta hace no tanto se creían libres de la desnutrición infantil.

FOTOGRAFÍA: ALEX PROIMOS

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