17.000 descargas no equivalen a 17.000 canciones no vendidas

En Estados Unidos, como en España, las discográficas tratan de hacer creer a la opinión pública que si las redes P2P no existieran, la gente compraría todas las canciones que actualmente se comparten mediante este tipo de programas de intercambios de archivos. La argumentación, por llamarla de alguna manera, ha sido rebatida esta semana por el juez James P. Jones, quien ha explicado que los sellos musicales y las productoras de cine no pueden presentar demandas multimillonarias contra los internautas fundamentadas en el hecho de que cada fichero compartido equivale a una venta fallida, ya que eso es absurdo.

Su opinión es de especial importancia dado que es el magistrado que debe dilucidar la sanción a la que deberá hacer frente Daniel Dove, uno de los webmasters de la antigua Elite Torrents, por las pérdidas que su página causó a los estudios de Hollywood y a la industria discográfica estadounidense.

La RIAA pretendía -y de hecho sigue pretendiendo- recibir una compensación por cada canción que compartieron los usuarios del sitio entre los años 2004 y 2005. Concretamente, a Dove le reclaman el pago de 124.769 dólares, una cantidad que sale de multiplicar las 17.281 veces que fueron descargados los álbumes de sus representados por 7,22, que es el precio medio que tenía un disco en la Red hace 4 años.

Eso sí, en una muestra de magnanimidad a la altura sólo de los más grandes, están dispuestos a hacer la vista la gorda y conformarse con 47.000 dólares si el encausado se aviene a participar en una campaña publicitaria en contra de la piratería. Por su parte, Lionsgate Entertainment quiere que Dove les pague 880.000 dólares por las 28 películas de su propiedad que fueron puestas a disposición de los visitantes de Elite Torrents.

En su escrito, el juez Jones explica que aquellos que descargan películas y música en las redes de pares no comprarían necesariamente esos mismos contenidos en caso de no poder acceder a ellos de manera gratuita. Tras mostrar un posicionamiento tan rotundo respecto a este tema, tanto la RIAA como Lionsgate puede que deban variar sus respectivas estrategias y conformarse con unas indemnizaciones más realistas.

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