La mayor extinción ocurrida jamás en la Tierra se debió a la acidificación del océano

Una concatenación de erupciones volcánicas masivas que se produjeron hace 252 millones de años liberaron gigantescas cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera y provocaron una rápìda acidificación del océano. Este evento tuvo unas consecuencias catastróficas para la vida en los mares y causó la mayor extinción en masa que se haya dado jamás en la Tierra.

Es la conclusión a la que ha llegado un estudio publicado en la revista Science tras analizar rocas de los Emiratos Árabes que cientos de millones de años atrás estaban sumergidas en el gigantesco océano Panthalassa. Los científicos han hallado evidencias químicas en su composición que indican que a finales del período Pérmico y comienzos del Triásico los mares experimentaron un proceso de acidificación acelerado que los llevó en unos miles de años -un abrir y cerrar de ojos en términos geológicos- de ser alcalinos a ácidos.

Este proceso se debió a que absorbieron el dióxido de carbono que las erupciones habían inyectado en la atmósfera. A raíz de ello, sus aguas se volvieron inhóspitas para la mayor parte de las especies marinas, causaron estragos en las cadenas tróficas y produjeron un colapso en las poblaciones animales.

Se estima que el 90% de los animales oceánicos y el 66% de los terrestres desaparecieron durante los siguientes 66.000 años. Este evento es conocido como la extinción masiva del Pérmico-Triásico, o también, de manera informal, como la Gran Mortandad.

Hicieron falta millones de años para que las poblaciones animales se recuperasen y la vida volviese a florecer en la Tierra. Lo hizo, eso sí, de manera y forma muy diferente a lo que había habido hasta ese momento. Y es que las especies que poco a poco se fueron adueñando de los ecosistemas evolucionaron los antecesores de los dinosaurios.

Su dominio se extendió durante casi 200 millones de años, hasta que hace aproximadamente 65 millones de años se extinguieron junto con el 75% de los géneros biológicos tras el impacto de un meteorito, asteroide o cometa contra nuestro planeta.

FOTOGRAFÍA: TARO TAYLOR

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