En la Web 2.0 los usuarios son quienes mandan

El 1 de mayo del 2007, los administradores de Digg eliminaron un artículo que había llegado a la portada del sitio con miles de votos tras comprobar que contenía el código que permitía desencriptar los contenidos de los discos HD-DVD. No sabían en el fregao que se habían metido. Acto seguido, los usuarios del portal consideraron que estaban ante un acto de censura inaceptable y comenzaron a realizar cientos de envíos que tenían un común denominador: todos contenían en su título el código de marras.

En lugar de explicar por qué habían borrado esa noticia, los responsables de Digg decidieron que lo mejor, lo más sencillo y lo más rápido era borrar, una tras otra, las historias que hicieran mención a la manera de crackear el formato HD-DVD. Creyeron, erróneamente, que el malestar se diluiría con el paso de las horas y que, al fin y al cabo, el portal era suyo y podían conducirlo de la manera que consideraran oportuna.

Pero las cosas no se calmaron. Es más, con el transcurso de las horas fueron a más los usuarios que se adhirieron a la causa y empezaron a enviar artículos calcados al que inició la discordia. Las historias eran votadas masivamente por la comunidad y alcanzaban rápidamente la portada, momento en el que eran eliminadas.

La secuencia de acontecimientos se repetió indefinidamente hasta que a los responsables de Digg no les quedó más remedio que claudicar, izar la bandera blanca y anunciar en su blog oficial que a partir de ese momento se comprometían a no borrar ninguna historia que hiciera referencia al código. La victoria era para los usuarios.

Hoy esta historia me ha venido a la mente tras comprobar el lío monumental que se ha montado en Menéame. Todo comenzó ayer, cuando Ricardo Galli, el creador del sitio, baneó a me_meneo_pensando_en_ti, uno de los usuarios más activos y conocidos del portal, quien esta mañana ha decidido explicar su versión de lo acontecido en su blog.

La entrada ha sido enviada a Menéame y ha acabado en la portada impulsada por una marabunta de votos, a pesar de que una parte de los admins la han votado negativa. Tal circunstancia ha provocado el malestar de una parte de la comunidad, que han aprovechado los comentarios de ese hilo para mostrar su cabreo. A partir de ahí, y como diría una de las personas más inteligentes de España, se ha liao parda sonrisa

Uno de los usuarios, molesto ante los votos negativos que recibía la historia, y que según él procedían básicamente de la administración del sitio, ha escrito un comentario en el que ha publicado sus nicks. Incomprensiblemente, ha sido baneado. Y digo incomprensiblemente porque esa lista es pública.

No voy a caer en el error de decir que ha sido un acto dictatorial de Galli ni tonterías por el estilo. Eso sí, ha sido de una torpeza supina y suprema que ha caldeado el ambiente aún más y ha provocado que decenas de usuarios se solidarizaran con el excluido y efectuaran el mismo comentario, copiado punto por punto.

Aún no me explico cómo pero en lugar de dejar que las cosas se calmaran, la decisión de la administración ha sido banearlos -creo que temporalmente- a todos. Uno tras otro. Y claro, cuantos más baneos se producían, más se cabreaba el personal.

Hace unos minutos he vuelto a entrar en Menéame y, como me esperaba, me he encontrado con que están empezando a llegar a portada artículos relacionados con el tema estrella del día. Y más que llegarán. Es un calco de lo que pasó en Digg hace justamente 2 años. La historia se repite.

Y el motivo por el que hemos llegado a este extremo es también el mismo: la falta de una explicación rápida y convincente por parte de la administración sobre lo que ha sucedido, exponiendo su punto de vista y justificando el motivo que les ha llevado a actuar como lo han hecho.

Tanto los admins de Digg antes como los de Menéame ahora han demostrado no ser conscientes -o no serlo suficientemente- de que en la Web 2.0 los reyes son los usuarios, no los administradores. Porque sí, es cierto que Rose y Galli son quienes en su momento crearon los sitios, quienes los dirigen y los explotan comercialmente. Y así debe ser. Pero quienes los dotan de contenidos son sus visitantes. Sin ellos no son nada, y por tanto, es necesario, imprescindible en mi opinión, un poquito de mano izquierda en determinadas circunstancias.

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