Las discográficas británicas acusan a Google de fomentar la piratería

La distribución libre y masiva de contenidos digitales que se ha desarrollado en torno a Internet ha tenido a las grandes discográficas en permanente estado de shock desde hace más de una década. Cuando Napster cambió para siempre el negocio musical en 1999 creyeron que podrían acabar con este, por entonces, incipiente fenómeno acudiendo a los tribunales; al comprobar que tras el cierre de este servicio aparecían de la nada muchos otros decidieron que lo mejor sería amedrentar a la comunidad internauta demandando a miles de usuarios que habían descargado canciones de sus artistas; al mismo tiempo continuaron yendo contra otros servicios P2P, cerrando los servidores más populares y, por supuesto, lanzando a sus abogados contra los propietarios de páginas que ofrecían enlaces.

De nada les ha servido. El volumen de descargas al margen de los canales oficiales es mayor que nunca, y nada hace indicar que la cosa vaya a cambiar. Lo que sí se ha notado es que hoy en día hay muchísimos internautas que han dejado de lado los programas de pares en favor de servicios como Rapidshare, Megaupload o Fileserve. Poca recompensa para las atronadoras y costosísimas campañas que las disqueras han llevado a cabo en los últimos años.

Es una obviedad, pero conviene subrayar que para descargar una canción, película o documental tan válido es ir directamente a webs especializadas tipo Vagos como entrar en Google, teclear en el cajetín de búsqueda el título del contenido que se desea bajar y darle al botón de buscar. Eso, que cualquiera haya navegado más de 5 minutos conoce a la perfección, curiosamente no ha sido tenido en cuenta por las discográficas, que en contadas ocasiones han osado criticar a los gigantes de Internet y nunca los han llevado ante la justicia.

Algún mal pensado podría argüir que amenazar a un veinteañero que en sus ratos libres administra una página de enlaces es más cómodo, barato y, desde luego, menos arriesgado que hacer frente a empresas que ganan miles de millones todos los años como Google, Yahoo o Microsoft. No es mi caso, desde luego sonrisa

Poco a poco, eso sí, hay voces que empiezan a levantar la voz. Tal es el caso de la British Phonographic Industry (BPI), una entidad que agrupa a las grandes discográficas con presencia en el Reino Unido, que hace sólo unas horas ha dado a conocer un informe titulado ‘Digital Music Nation 2010‘ [pdf], que han elaborado Harris Interactive y UKOM/Nielsen.

En el mismo se repasa la situación del mercado musical en Gran Bretaña y se pone especial hincapié en las amenazas que en opinión de las discográficas planean sobre el sector. A diferencia de lo que suele ser habitual en este tipo de estudios, centrados en demonizar únicamente a los programas P2P, los servicios de búsqueda, con Google a la cabeza, se llevan un buen rapapolvo.

Así por ejemplo, explican que el 58% de los internautas que bajan música de manera ilegal (hablamos del RU) acuden a Google para buscar los enlaces. Un porcentaje que, me imagino, debe haber puesto los pelos de punta a más de un directivo tanto de los sellos musicales como de las gestoras de los derechos de autor.

El informe va aún más allá y señala que si se introduce el nombre de cualquier artista o grupo en un buscador acompañado de términos como «descargar» o «mp3», más del 80% de los enlaces que aparecen en la primera y segunda página de resultados dirigen a sitios piratas (vuelvo a repetir, de acuerdo a la legislación del Reino Unido).

Su cabreo se acrecenta más si cabe con funciones como la de autocompletar de Google, dado que mientras escribimos una palabra o frase en el cajetín de búsqueda realiza predicciones basadas en las actividades de búsqueda de otros usuarios y provoca que cuando ponemos el nombre de un artista aparezcan sugerencias como ‘nombre artista + torrent’ sonrisa

Ante este panorama, ¿cuál es la solución que sugieren las discográficas? Ni más ni menos que presionar a los buscadores para que modifiquen sus algoritmos y penalicen a las webs de enlaces en favor de los servicios que cuentan con el apoyo de la industria. ¿Suena a ciencia ficción? Un poco, pero lo cierto es que no es algo que vayan a hacer en un futuro próximo, sino que directamente admiten estar haciéndolo ya. Veremos cómo evoluciona este asunto.

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