Supón que coges una imagen en formato .jpg, la abres con tu editor favorito y, sin realizar ningún tipo de modificación, te vas a ‘Archivo’ y le das a ‘Guardar’. Ahora imagina que repites el proceso 600 veces. ¿Qué sucedería? Esto:
Como ves, la sucesiva pérdida de calidad haría que la imagen que obtuvieras al final del proceso se asemejara poco o nada a la que tenías al principio.