Diamantes e Internet: los negocios tradicionales en la era de las nuevas tecnologías

Viendo el otro día en televisión las imágenes de las protestas que organizaron los taxistas en toda Europa para exigir a los gobiernos que ilegalicen apps como Uber que ponen en contacto a pasajeros con conductores particulares al margen de los cauces habituales, me vino a la mente la revolución que las nuevas tecnologías están trayendo a sectores y a modelos de negocio poco habituados a los cambios.

Los casos son abundantes y abarcan incluso a sectores tan tradicionales como el de las piedras preciosas, que está acrecentando su presencia en Internet para llegar a un público más amplio y conseguir más clientes. Tanto es así que ahora, por ejemplo, se puede encontrar información sobre la compra y venta diamantes en webs como wpdiamonds.

Amazon, eBay son otros ejemplos de libro. Su presencia global y la facilidad que ofrecen para adquirir productos de todo tipo con un simple clic de ratón les están haciendo crecer su facturación año tras año al tiempo que los comercios físicos sufren para cuadrar las cuentas ante la consolidación de esta nueva competencia.

Y qué decir de las empresas periodísticas. Las tiradas de los diarios en formato papel llevan bajando de manera alarmante desde hace años y lo van a seguir haciendo hasta su eventual desaparición. Al mismo tiempo, se está produciendo un trasvase de lectores hacia las ediciones online de estos mismos diarios, que ya tienen mucha más audiencia que sus primos hermanos que se distribuyen en los quioscos.

Incluso proyectos sin ánimo de lucro como la Wikipedia han hecho mella en industrias centenarias como las editoriales, que de vender millones de enciclopedias al año se han encontrado de la noche a la mañana con que nadie se las compra ya puesto que en Internet está disponible, de manera gratuita, la mayor y más actualizada enciclopedia del mundo.

Ejemplos, estos y otros, que ponen de manifiesto que Internet y las apps móviles no son una moda pasajera, sino que han llegado para quedarse. Aquellos negocios que se nieguen a aceptar esta realidad y no se adapten a la nueva coyuntura lo pasarán mal para subsistir en un mercado cada vez más globalizado y competitivo.

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